22 agosto 2012

¿Por qué delinquen los adolescentes?

Jorge Emilio Hernández Blum
jhernandezblum@yahoo.com
@emilio_blum
Maestría en Derecho Penal y Criminología
Calendario 2012-A

Resumen
En el presente artículo se abordaran las principales causas por las que un adolescente puede ser propenso a delinquir; en México tenemos cada vez mayor número de jóvenes que se dedican a cometer delitos debido a la pobreza extrema, la falta de oportunidades y el consumo excesivo de bebidas alcohólicas, drogas y estupefacientes.  
Aquí se presentaran, más que nada las causas exógenas y psicológicas por las cuales un mancebo puede llegar a convertirse en delincuente según algunos estudiosos del derecho y de la psicología criminal.

Palabras clave
Adolescentes, delincuencia, rasgo biológico, núcleo familiar enfermo, psicosis, criminalidad.

Sumario
1. Factores que originan la Delincuencia Juvenil.  2. La violencia en el menor, rasgo biológico o factor aprendido 3. La participación de los adolescentes en los actos delictivos 4. La conducta delictiva como síntoma de enfermedad  5. El delincuente es un emergente de un núcleo familiar enfermo  6. Psicosis y Criminalidad  

1. Factores que originan la Delincuencia Juvenil
Se admite en términos Generales, que la delincuencia juvenil encuentra sus orígenes en una serie de elementos tanto internos como externos, que constituyen factores para perfilar la responsabilidad del menor y que pueden en determinadas circunstancias provocar la realización de conductas o hechos antisociales. Dentro de los factores internos, se señalan: la herencia; la gestación; la deficiencia mental y las enfermedades mentales. Como factores externos se colocan a la familia; la escuela, el grupo étnico; el barrio y la sociedad en general. Si bien no dudamos que la herencia puede influir en la personalidad del joven, como autor de conductas o hechos antisociales, no tiene la importancia que tiempo atrás se le señaló, siendo inexacto que dicho factor sea decisivo o por si mismo explique el fenómeno delincuencial. (1)             

2. La violencia en el menor, rasgo biológico o factor aprendido
Es innegable que nuestras sociedades modernas son violentas. El uso de la fuerza para la solución de controversias, o mejor dicho, para la imposición de los intereses de los más fuertes; sigue siendo una característica predominante tanto en los ámbitos internacionales como al interior de las naciones.
La reproducción de esos modelos de comportamientos violentos forma menores y adolescentes agresivos. Bien se sabe que la sociedad en general produce en cada época unos determinados héroes, preocupaciones, ideales que modelan sobre todo a los sujetos más jóvenes. Si un niño nace en una sociedad  agresiva que tiene como máxima preocupación la fuerza militar, la sofisticación de los aviones  de combate, la imposición por las armas de sus intereses, o la división del mundo en buenos y malos, ese niño tiene grandes posibilidades de preocuparse por lo mismo, aunque sea a su propio nivel, fomentando aunque sea a su propio nivel, fomentando también a su manera, construir un mundo cada vez más violento.
En los últimos tiempos, algunas investigaciones han mostrado que las agresiones no premeditadas, es decir un tipo de violencia calificable como de “espontanea”, podría deberse a anomalías en los circuitos del cerebro que regulan las emociones. Si bien, los datos no son concluyentes, y por su puesto se trata de un tema que hay que tratar con suma precaución, pues a lo largo de toda la historia de la cultura, desde los mitos hasta los primeros estudios con el rigor de la ciencia, ha estado presente la intención de afirmar la existencia de “seres humanos malos”, por así decirlo, por una cuestión de naturaleza; el estudio puede aportar luz, en la comprensión de la conducta agresiva, en el sentido de entender que “el problema central no es que haya conductas agresivas, el problema sería no poderlas resolver”
Según estas teorías, “Las personas que cometen agresiones no premeditadas, podrían tener atrofiada la capacidad para sentir miedo ante las consecuencias de sus acciones, o bien de sentir empatía por el sufrimiento ajeno. No obstante, los resultados provisionalmente obtenidos, todavía no esclarecen suficientemente si todas las personas con anomalías en el circuito de las emociones cometen agresiones, y si todas las agresiones no premeditadas se pueden atribuir a anomalías del control de las emociones”
En este contexto, la agresividad se asume como un rasgo biológico, un seguro natural que se desata en situaciones de emergencia o riesgo; la clave para evitar que derive en violencia destructiva, se encuentra más en la búsqueda del autocontrol, que en un poco realista reino de la paz donde la violencia pueda ser totalmente erradicada. Este autocontrol, está estrechamente ligado a los procesos que ocurren en el sistema nervioso; en los cuales, no solo inciden los factores fisiológicos, sino también, y en buena medida, los estímulos del entorno.
Según Niehof, “si queremos evitar las agresiones que se vuelven inaceptables, es necesario “proteger el sistema nervioso de las lesiones, de los niveles desestabilizadores de estrés, de las drogas, del aislamiento y de las represalias. Tenemos que esforzarnos por crear un entorno seguro donde las personas no estén necesarias en guardia, un entorno lo bastante flexible para acomodar cierta capacidad de asumir riesgos, lo bastante estructurado para evitar la confusión.”  (2)                                                  

3. La participación de los adolescentes en los actos delictivos
Actualmente estamos viviendo en una sociedad en donde la impunidad existente no ve consecuencias de sus actos ilegales, por lo que los menores se arriesgan y participan cada vez más en actos delictivos.
La participación de los menores y adolescentes infractores de la ley penal, no pueden ser estudiados de forma genérica, pues esta responde a múltiples y variadas causas sociales, familiares, culturales, económicas entre otras, que de manera directa o indirecta influyen en la comisión de delitos.
Entre las causas que originan la participación de menores en actos delictivos podemos mencionar las siguientes:
° La violencia intrafamiliar, física o psicológica que sufren los niños por parte de los padres o de algún miembro de la familia en la que los menores incorporan la violencia como un medio de solucionar conflictos.
° La pertenencia del menor o adolescente a una familia desestructurada o desintegrada, que muchas veces, trae como consecuencia la falta de atención, falta de límites y de control de los padres con respecto a los hijos, conduciéndolos a suplir esta carencia con el ingreso a bandas o pandillas violentas y delictivas que usualmente a través de símbolos, señalan el área de operación de un grupo.
° La desigualdad económica entre las clases sociales, principalmente la clase en donde existe pobreza siendo la más vulnerable, es la mas propensa a delinquir, pues para conseguir alimentos y otros elementos primordiales para subsistir; los menores buscan una forma de sobrevivir y su batalla es la economía inclinándose a delinquir robos, secuestros, extorsión, venta de drogas, entre otros, sólo por falta de recursos.
° Una de las consecuencias más notorias de la pobreza es el desempleo, que trae consigo situaciones de frustración, desesperación y desesperanza y que conducen a los menores a cometer actos delictivos.
° La pérdida de valores por la que actualmente atraviesa nuestra sociedad, de forma que los adolescentes carecen de ellos y se va perdiendo cada mas el respeto hacia los demás, la generosidad, la tolerancia, la responsabilidad, la solidaridad, la lealtad la honradez, la justicia, el patriotismo, etc. En este sentido, las directrices de la ONU para la prevención de la delincuencia juvenil (resolución 45/112 del 14 de diciembre de 1990) señala en el Capítulo IV, inciso B punto 21 inciso a) que los sistemas de educación deberán dedicar especial atención a: “Enseñar los valores fundamentales y fomentar el respeto de la identidad propia y de las características culturales del niño, de los valores sociales del país en que vive el niño, de las civilizaciones diferentes de la suya y de los derechos humanos y libertades fundamentales”, es decir, inculcar valores en la familia, escuela, trabajo y en la sociedad en general, para disminuir el índice delictivo juvenil. (3)                                                     

4. La conducta delictiva como síntoma de enfermedad
Considero  que el estudio de la conducta delictiva debe hacerse siempre en función de la personalidad y del inseparable contexto social en el que esta inmersa, ya que el individuo se adapta al mundo a través de sus conductas y que la significación y la intencionalidad de las mismas constituyen un todo organizado que se dirige a un fin.
Una conducta agresiva, es la expresión de la psicopatología particular del delincuente, de su alteración psicológica. Es una conducta que trasgrede las normas de la sociedad a la que ese individuo pertenece. Sabemos que a nivel psicológico toda conducta se halla sobre-determinada, es decir, que tiene una policausalidad muy compleja, que deriva de distintos contextos o múltiples relaciones. Sin embargo, podemos afirmar que la conducta delictiva esta motivada especialmente por las innumerables frustraciones a sus necesidades internas y externas que debió soportar el individuo, tales como la carencia real de afecto.
La Conducta delictiva posee una finalidad, que es indudablemente, la de resolver las tensiones producidas, con la conducta es siempre respuesta al estímulo configurado por la situación total, como defensa, en el sentido de que protege al organismo de la desorganización; es esencialmente reguladora de tensiones.
La conducta delictiva es un síntoma, es decir, una forma de organizar la experiencia; aunque sea de exponerla a la destrucción. La conducta delictiva es, entonces, como una defensa psicológica que utiliza el sujeto como medio para no caer en la disgregación de su personalidad. (4)

5. El delincuente es un emergente de un núcleo familiar enfermo 
Es evidente que el ambiente familiar y los procesos de interacción tienen gran influencia en la conducta delictiva. Se considera al delincuente como un emergente del grupo familiar, exponente y consecuencia de las tendencias del grupo. La familia es un grupo que funciona como un sistema de equilibrio, inestable o dinámico, estructurado en torno a la diferencia de sexos, edades y alrededor de algunos roles fijos y sometido a un interjuego interno y a un interjuego en el extragrupo. Por eso podemos decir que la familia es portadora de ansiedad y conflicto. La estructura familiar y las actividades desplegadas por ella contribuyen esencialmente a determinar la naturaleza específica de la conducta delictiva.
La carencia afectiva de los padres hacia el niño, especialmente de la madre, es un hecho conocido por todos los psicólogos, pero lo más importante de esto, es la consecuencia de estas privación afectiva en el individuo.
Clara Thompson señala que la agresión se presenta normalmente como una respuesta a las situaciones de frustración. Representa la distorsión de una tentativa por dominar la vida, pero es probable que la crueldad misma sólo se presente cuando el niño haya debido experimentarla de antemano en su propia persona.
Con respecto al problema, tan importante en el delincuente, de la identidad E. Erikson expresa que el mecanismo de introyección y proyección que prepara la base para posteriores identificaciones, depende para su relativa integridad de la satisfactoria reciprocidad entre los adultos y el niño.
Lacan ha sido quien más eficazmente ha abordado el problema de la alteración de la relación con el prójimo que es esencial en el plano criminológico. El hombre solo puede ser comprendido dentro de una realidad no solo humana, sino también intersubjetiva. Es en la relación de sujeto a sujeto, reconociendo al otro como sujeto, que la agresión del criminal apunta a un semejante. (4)       
                     
6. Psicosis y Criminalidad 
El síndrome de Psicosis resulta de suma importancia para la comprensión de la dinámica Criminológica, ya que existe una estrecha relación entre conductas delictivas principalmente el homicidio y los procesos psicóticos.
Consideramos que la conducta de agredir de un modo destructivo, físico total como lo es la conducta homicida, solamente la puede proyectar un individuo con graves problemas psíquicos, el descontrol psicológico que permite la descarga de impulsos primitivos y destructivos se estructuran a través de múltiples, variadas y complejas circunstancias pero donde predominan elementos psicopatológicos confusionales y psicóticos.
El estudio de los procesos psicóticos aclaran múltiples problemas de la dinámica criminal. En general los trastornos psicóticos se caracterizan por un grado variable de desorganización de la personalidad, se destruye una relación con la realidad y existe una incapacidad para el trabajo, es decir que el psicótico entre en una etapa de total aislamiento psíquico y social, y de ahí la marginación progresiva a nivel familiar. (4)            

Conclusiones
Se puede concluir que para que un adolescente no llegue a ser un delincuente, se tiene que procurar educarlo y criarlo en un ambiente sin violencia, inculcarle valores y recompensa por el esfuerzo, tener comunicación con el y que no tengan ejemplos negativos o vicios por parte de los padres o amigos; evitar estrés y frustraciones y en caso de tener algún desorden psicológico, dar el tratamiento adecuado y a tiempo.     

Fuentes de consulta
 (1) Diccionario de Derecho Penal, autor Francisco Pavón Vasconcelos, Editorial Porrúa, Cuarta Edición, pag.308   
(2) Los Menores de Edad Infractores de La Ley Penal, autor Elba Cruz y Cruz, Editorial Porrúa, Primera Edición pág. 294  
(3) Sistema de Justicia para Adolescentes, autor Oscar Gutiérrez Santos, Flores Editor y Distribuidor, pág. 23   
(4) Psicología Criminal, autor Hilda Marchiori, Editorial Porrúa, Décima Quinta Edición, págs. 4 y 93