jhernandezblum@yahoo.com
@emilio_blum
Maestría en Derecho Penal y Criminología
Calendario 2012-A
En el presente artículo se abordaran las principales
causas por las que un adolescente puede ser propenso a delinquir; en México
tenemos cada vez mayor número de jóvenes que se dedican a cometer delitos
debido a la pobreza extrema, la falta de oportunidades y el consumo excesivo de
bebidas alcohólicas, drogas y estupefacientes.
Aquí se presentaran, más que nada las causas exógenas
y psicológicas por las cuales un mancebo puede llegar a convertirse en
delincuente según algunos estudiosos del derecho y de la psicología criminal.
Palabras clave
Adolescentes, delincuencia, rasgo biológico, núcleo familiar
enfermo, psicosis, criminalidad.
Sumario
1. Factores que originan la Delincuencia Juvenil. 2. La violencia en el menor, rasgo biológico o factor aprendido 3. La participación de los adolescentes en los actos delictivos 4. La conducta delictiva como síntoma de enfermedad 5. El delincuente es un emergente de un núcleo familiar enfermo 6. Psicosis y Criminalidad
1. Factores que
originan la Delincuencia Juvenil
Se admite en términos Generales, que la delincuencia
juvenil encuentra sus orígenes en una serie de elementos tanto internos como
externos, que constituyen factores para perfilar la responsabilidad del menor y
que pueden en determinadas circunstancias provocar la realización de conductas
o hechos antisociales. Dentro de los factores internos, se señalan: la
herencia; la gestación; la deficiencia mental y las enfermedades mentales. Como
factores externos se colocan a la familia; la escuela, el grupo étnico; el
barrio y la sociedad en general. Si bien no dudamos que la herencia puede
influir en la personalidad del joven, como autor de conductas o hechos
antisociales, no tiene la importancia que tiempo atrás se le señaló, siendo
inexacto que dicho factor sea decisivo o por si mismo explique el fenómeno
delincuencial. (1)
2. La violencia en el
menor, rasgo biológico o factor aprendido
Es innegable que nuestras sociedades modernas son
violentas. El uso de la fuerza para la solución de controversias, o mejor dicho,
para la imposición de los intereses de los más fuertes; sigue siendo una
característica predominante tanto en los ámbitos internacionales como al
interior de las naciones.
La reproducción de esos modelos de comportamientos
violentos forma menores y adolescentes agresivos. Bien se sabe que la sociedad
en general produce en cada época unos determinados héroes, preocupaciones,
ideales que modelan sobre todo a los sujetos más jóvenes. Si un niño nace en
una sociedad agresiva que tiene como
máxima preocupación la fuerza militar, la sofisticación de los aviones de combate, la imposición por las armas de
sus intereses, o la división del mundo en buenos y malos, ese niño tiene
grandes posibilidades de preocuparse por lo mismo, aunque sea a su propio
nivel, fomentando aunque sea a su propio nivel, fomentando también a su manera,
construir un mundo cada vez más violento.
En los últimos tiempos, algunas investigaciones han
mostrado que las agresiones no premeditadas, es decir un tipo de violencia
calificable como de “espontanea”, podría deberse a anomalías en los circuitos
del cerebro que regulan las emociones. Si bien, los datos no son concluyentes,
y por su puesto se trata de un tema que hay que tratar con suma precaución,
pues a lo largo de toda la historia de la cultura, desde los mitos hasta los
primeros estudios con el rigor de la ciencia, ha estado presente la intención
de afirmar la existencia de “seres humanos malos”, por así decirlo, por una
cuestión de naturaleza; el estudio puede aportar luz, en la comprensión de la
conducta agresiva, en el sentido de entender que “el problema central no es que
haya conductas agresivas, el problema sería no poderlas resolver”
Según estas teorías, “Las personas que cometen
agresiones no premeditadas, podrían tener atrofiada la capacidad para sentir
miedo ante las consecuencias de sus acciones, o bien de sentir empatía por el
sufrimiento ajeno. No obstante, los resultados provisionalmente obtenidos,
todavía no esclarecen suficientemente si todas las personas con anomalías en el
circuito de las emociones cometen agresiones, y si todas las agresiones no
premeditadas se pueden atribuir a anomalías del control de las emociones”
En este contexto, la agresividad se asume como un
rasgo biológico, un seguro natural que se desata en situaciones de emergencia o
riesgo; la clave para evitar que derive en violencia destructiva, se encuentra
más en la búsqueda del autocontrol, que en un poco realista reino de la paz
donde la violencia pueda ser totalmente erradicada. Este autocontrol, está estrechamente
ligado a los procesos que ocurren en el sistema nervioso; en los cuales, no
solo inciden los factores fisiológicos, sino también, y en buena medida, los
estímulos del entorno.
Según Niehof, “si queremos evitar las agresiones que
se vuelven inaceptables, es necesario “proteger el sistema nervioso de las
lesiones, de los niveles desestabilizadores de estrés, de las drogas, del
aislamiento y de las represalias. Tenemos que esforzarnos por crear un entorno
seguro donde las personas no estén necesarias en guardia, un entorno lo
bastante flexible para acomodar cierta capacidad de asumir riesgos, lo bastante
estructurado para evitar la confusión.”
(2)
3. La participación de
los adolescentes en los actos delictivos
Actualmente estamos viviendo en una sociedad en donde
la impunidad existente no ve consecuencias de sus actos ilegales, por lo que
los menores se arriesgan y participan cada vez más en actos delictivos.
La participación de los menores y adolescentes
infractores de la ley penal, no pueden ser estudiados de forma genérica, pues
esta responde a múltiples y variadas causas sociales, familiares, culturales,
económicas entre otras, que de manera directa o indirecta influyen en la
comisión de delitos.
Entre las causas que originan la participación de
menores en actos delictivos podemos mencionar las siguientes:
° La violencia intrafamiliar, física o psicológica que
sufren los niños por parte de los padres o de algún miembro de la familia en la
que los menores incorporan la violencia como un medio de solucionar conflictos.
° La pertenencia del menor o adolescente a una familia
desestructurada o desintegrada, que muchas veces, trae como consecuencia la
falta de atención, falta de límites y de control de los padres con respecto a
los hijos, conduciéndolos a suplir esta carencia con el ingreso a bandas o
pandillas violentas y delictivas que usualmente a través de símbolos, señalan
el área de operación de un grupo.
° La desigualdad económica entre las clases sociales,
principalmente la clase en donde existe pobreza siendo la más vulnerable, es la
mas propensa a delinquir, pues para conseguir alimentos y otros elementos
primordiales para subsistir; los menores buscan una forma de sobrevivir y su
batalla es la economía inclinándose a delinquir robos, secuestros, extorsión,
venta de drogas, entre otros, sólo por falta de recursos.
° Una de las consecuencias más notorias de la pobreza
es el desempleo, que trae consigo situaciones de frustración, desesperación y
desesperanza y que conducen a los menores a cometer actos delictivos.
° La pérdida de valores por la que actualmente
atraviesa nuestra sociedad, de forma que los adolescentes carecen de ellos y se
va perdiendo cada mas el respeto hacia los demás, la generosidad, la
tolerancia, la responsabilidad, la solidaridad, la lealtad la honradez, la
justicia, el patriotismo, etc. En este sentido, las directrices de la ONU para
la prevención de la delincuencia juvenil (resolución 45/112 del 14 de diciembre
de 1990) señala en el Capítulo IV, inciso B punto 21 inciso a) que los sistemas
de educación deberán dedicar especial atención a: “Enseñar los valores
fundamentales y fomentar el respeto de la identidad propia y de las
características culturales del niño, de los valores sociales del país en que
vive el niño, de las civilizaciones diferentes de la suya y de los derechos
humanos y libertades fundamentales”, es decir, inculcar valores en la familia,
escuela, trabajo y en la sociedad en general, para disminuir el índice delictivo
juvenil. (3)
4. La conducta
delictiva como síntoma de enfermedad
Considero que
el estudio de la conducta delictiva debe hacerse siempre en función de la
personalidad y del inseparable contexto social en el que esta inmersa, ya que
el individuo se adapta al mundo a través de sus conductas y que la
significación y la intencionalidad de las mismas constituyen un todo organizado
que se dirige a un fin.
Una conducta agresiva, es la expresión de la psicopatología
particular del delincuente, de su alteración psicológica. Es una conducta que
trasgrede las normas de la sociedad a la que ese individuo pertenece. Sabemos
que a nivel psicológico toda conducta se halla sobre-determinada, es decir, que
tiene una policausalidad muy compleja, que deriva de distintos contextos o
múltiples relaciones. Sin embargo, podemos afirmar que la conducta delictiva
esta motivada especialmente por las innumerables frustraciones a sus
necesidades internas y externas que debió soportar el individuo, tales como la
carencia real de afecto.
La Conducta delictiva posee una finalidad, que es
indudablemente, la de resolver las tensiones producidas, con la conducta es
siempre respuesta al estímulo configurado por la situación total, como defensa,
en el sentido de que protege al organismo de la desorganización; es
esencialmente reguladora de tensiones.
La conducta delictiva es un síntoma, es decir, una
forma de organizar la experiencia; aunque sea de exponerla a la destrucción. La
conducta delictiva es, entonces, como una defensa psicológica que utiliza el
sujeto como medio para no caer en la disgregación de su personalidad. (4)
5. El delincuente es un
emergente de un núcleo familiar enfermo
Es evidente que el ambiente familiar y los procesos de
interacción tienen gran influencia en la conducta delictiva. Se considera al
delincuente como un emergente del grupo familiar, exponente y consecuencia de
las tendencias del grupo. La familia es un grupo que funciona como un sistema
de equilibrio, inestable o dinámico, estructurado en torno a la diferencia de
sexos, edades y alrededor de algunos roles fijos y sometido a un interjuego
interno y a un interjuego en el extragrupo. Por eso podemos decir que la
familia es portadora de ansiedad y conflicto. La estructura familiar y las
actividades desplegadas por ella contribuyen esencialmente a determinar la
naturaleza específica de la conducta delictiva.
La carencia afectiva de los padres hacia el niño,
especialmente de la madre, es un hecho conocido por todos los psicólogos, pero
lo más importante de esto, es la consecuencia de estas privación afectiva en el
individuo.
Clara Thompson señala que la agresión se presenta
normalmente como una respuesta a las situaciones de frustración. Representa la
distorsión de una tentativa por dominar la vida, pero es probable que la
crueldad misma sólo se presente cuando el niño haya debido experimentarla de
antemano en su propia persona.
Con respecto al problema, tan importante en el
delincuente, de la identidad E. Erikson expresa que el mecanismo de
introyección y proyección que prepara la base para posteriores
identificaciones, depende para su relativa integridad de la satisfactoria
reciprocidad entre los adultos y el niño.
Lacan ha sido quien más eficazmente ha abordado el
problema de la alteración de la relación con el prójimo que es esencial en el
plano criminológico. El hombre solo puede ser comprendido dentro de una
realidad no solo humana, sino también intersubjetiva. Es en la relación de
sujeto a sujeto, reconociendo al otro como sujeto, que la agresión del criminal
apunta a un semejante. (4)
6. Psicosis y
Criminalidad
El síndrome de Psicosis resulta de suma importancia
para la comprensión de la dinámica Criminológica, ya que existe una estrecha
relación entre conductas delictivas principalmente el homicidio y los procesos
psicóticos.
Consideramos que la conducta de agredir de un modo
destructivo, físico total como lo es la conducta homicida, solamente la puede
proyectar un individuo con graves problemas psíquicos, el descontrol
psicológico que permite la descarga de impulsos primitivos y destructivos se
estructuran a través de múltiples, variadas y complejas circunstancias pero
donde predominan elementos psicopatológicos confusionales y psicóticos.
El estudio de los procesos psicóticos aclaran
múltiples problemas de la dinámica criminal. En general los trastornos
psicóticos se caracterizan por un grado variable de desorganización de la
personalidad, se destruye una relación con la realidad y existe una incapacidad
para el trabajo, es decir que el psicótico entre en una etapa de total
aislamiento psíquico y social, y de ahí la marginación progresiva a nivel
familiar. (4)
Conclusiones
Se puede concluir que para que un adolescente no
llegue a ser un delincuente, se tiene que procurar educarlo y criarlo en un
ambiente sin violencia, inculcarle valores y recompensa por el esfuerzo, tener
comunicación con el y que no tengan ejemplos negativos o vicios por parte de
los padres o amigos; evitar estrés y frustraciones y en caso de tener algún
desorden psicológico, dar el tratamiento adecuado y a tiempo.
Fuentes de consulta
(1) Diccionario de Derecho Penal, autor Francisco Pavón Vasconcelos,
Editorial Porrúa, Cuarta Edición, pag.308
(2) Los Menores de Edad Infractores de La Ley Penal, autor Elba Cruz y
Cruz, Editorial Porrúa, Primera Edición pág. 294
(3) Sistema de Justicia para Adolescentes, autor Oscar Gutiérrez Santos,
Flores Editor y Distribuidor, pág. 23
(4) Psicología Criminal, autor Hilda Marchiori, Editorial Porrúa, Décima
Quinta Edición, págs. 4 y 93