Georgina
Aguilera Guevara
@Geoag72
Introducción
El propósito de este
ensayo es dar a conocer brevemente la necesidad de crear en México una ley que
regule lo relativo a la extracción, uso, conservación, almacenamiento, destino
final y destrucción de material genético, así como el organismo que se encargue
del control y vigilancia en la materia.
Ello surge con motivo de
la observación a la inquietud de la investigación que realizan otros países que
se han visto envueltos en diversos problemas relacionados con la bioética, la
biotecnología y la bioseguridad, conceptos prácticamente nuevos para la mayoría
de la población, pero muy conocidos en la comunidad científica de todo el
mundo, sobre todo en países de Europa (Inglaterra, Francia, España, Bélgica,
Irlanda, Alemania, entre otros) y Estados Unidos; en estas naciones se han
presentado considerables avances científicos en materia de fertilización
asistida (humana y animal), clonación (animal, pues la humana no está
comprobada), modificación genética de plantas (para su conservación y
resistencia de plagas), entre otros; por ello, han creado leyes especiales y
organismos que regulan la investigación y experimentación en materia de
genética humana, animal y vegetal.
En México todavía no se ha
promulgado una legislación actualizada y especial para regular lo relativo a la
extracción, uso, conservación, almacenamiento, destino final y destrucción de
material genético, mucho menos un organismo que se encargue del control y
vigilancia en la materia; de ahí que, actualmente surja la apremiante necesidad
de crearlos, ya que ante tal laguna legal, nuestro país se convierte en un
paraíso muy atractivo para clínicas y laboratorios que se dedican a dicha
actividad, pues al no ser regulados, tienen toda la libertad de operar sin
restricciones y, sobre todo, manipular todo el materia genético que tengan a su
alcance al costo que ellos pongan.
Desarrollo
La biotecnología moderna
es una actividad multidisciplinaria, cuyo sustento es el conocimiento de
frontera generado entre diversas disciplinas, algunas de ellas son la biología
molecular, la ingeniería bioquímica, la microbiología, la inmunología que
permiten el estudio integral de la manipulación de los sistemas biológicos;
aunado a lo anterior, está la bioética y la bioseguridad.
Los estudios de la
genética en relación con la biotecnología, surgieron de forma empírica en
Europa en el siglo XVIII, debido a la necesidad que se tenía de asegurar
alimento para la temporada de invierno, se descubrió la forma de conservar
ciertas variedades de plantas; posteriormente, lo hicieron con animales;
durante la Segunda Guerra Mundial comenzó la aplicación sistemática de los
conocimiento genéticos para el mejoramiento de las semillas a escala global
(revolución verde) a través de las técnicas de Mendel.
Luego, en el siglo XX
aparece de la biología molecular (años cincuentas), la que permitió descifrar
la estructura del material genético conocido como ácido desoxirribonucleico
(ADN) y los mecanismos que permitieron traducir en proteínas esa información
genética; en los años setentas surgió la ingeniería genética o la técnica del
ADN recombinable, que abrió la posibilidad de manipular el material genético,
desarrollar organismos completos a partir de células individuales, fusionar
diferentes tipos de células para la creación de híbridos con las
características de ambas células parentales, fecundar animales con embriones
con otros animales, aislar genes de un organismo e insertarlos en otro y
procesar distintos productos, logrando incluso el trasplante de ADN entre
especies y creando así organismos vivos modificados; en la década de los
ochentas surgió la técnica de la modificación genética dirigida, usando para
ello la infección de la bacteria Agrobacterium
tumefaciens la cual puede transferir genes exógenos a las células
vegetales; asimismo, surgió la clonación realizada por los científicos del Instituto Roslin de Edimburgo, Ian Wilmut y Keith Campbell y su famoso caso
de la oveja Dolly, primer mamífero clonado a partir de una célula adulta.
Por otro lado, está el
congelamiento de embriones humanos (crioconservación), que durante años se
convirtió en un problema jurídico, político, moral y religioso, ya que, por
ejemplo en Inglaterra en 1998 se destruyeron más de 5000 embriones congelados;
en agosto de 1996, 30 clínicas británicas iniciaron la destrucción legal de
3.300 embriones congelados, que tenían cinco años sumergidos en nitrógeno
líquido después de diluirlos en una solución salina a 30 grados centígrados,
dicha circunstancia originó una discusión entre el grupo católico Life al argumentar que no se podía
intervenir una vida que ha comenzado y sin la concurrencia de un tribunal; por
su parte el Vaticano, no compartía la oferta de 100 mujeres italianas,
irlandeses e inglesas de su intención de adoptar embriones para evitar su
destrucción; por lo que el Vaticano llamó a esta problemática un túnel sin
salida de: la adopción, la conservación prolongada o dejarlos morir; por lo que
a través del cardenal Basil Hume primado de Inglaterra señaló que debían
dejarse morir de una forma digna, pues se trataba de una vida humana, además,
indicó que abrir la brecha de la producción artificial de embriones dejaba abierto
el problema, prolongar la congelación no lo resolvía, y añadió cuesta dejar
morir a los embriones, porque supone añadir el crimen contra la vida de un ser
humano.
Continuando con la
evolución de dicha materia en Inglaterra, en septiembre de 2007, luego de una
consulta pública, se aprobó la creación de embriones híbridos entre humano y
animal, lo que generó una nueva controversia ética entre científicos y el
Vaticano, así lo dio a conocer la Autoridad
de fertilización Humana y Embriología (HFEA
por su siglas en inglés), con el objeto de facilitar la investigación de
enfermedades como Alzheimer o el Parkinson; decisión que fue calificada por el
Vaticano como de monstruosa a lo que los científicos señalaron que era un
avance para la eliminación del distingo entre los hombres y los animales; entre
las universidades que realizan este tipo de experimentos se encuentran King's College de Londres y la Universidad de Newcastle; por su parte, el gobierno de Estados Unidos decidió no
apoyar económicamente este tipo de investigaciones, sin embargo los
laboratorios privados lo pueden hacer quimeras; en relación ello, el Consejo
Escoses de Bioética Humana en entrevista para la BBC indicó en cuanto a la
creación de este tipo de entidades, no se tiene claro si estos embriones serán
clasificados como humanos o animales; no obstante ello, los embriones
humano-animal serán utilizados para la consecución de células madre que
permitirán estudiar algunas enfermedades neurológicas como las ya indicadas.
Las justificaciones de los
científicos y la defensa moral religiosa para el uso y experimentación
genético, permiten dimensionar la problemática a la que se están enfrentando
las naciones en la actualidad.
México no es ajeno a
dichos problemas, pues los avances en las ciencias biológicas son constantes,
empero la política de bioseguridad todavía se está estructurando dentro de
ciertos sectores de la administración pública federal, en los sectores del
medio ambiente y recursos naturales, agropecuario y salud; es así, porque no
existe una política clara, suficiente y congruente que cubra todos los
componentes de la bioseguridad en especial la que se refiere la biotecnología
moderna, como la implementada por otros países descrita en líneas que preceden.
Por ejemplo, en materia de
adopción de embriones y de transferencia de embriones al útero de una mujer que
no sea madre biológica, no existe legislación.
Ante lo cual es necesario
de crear la legislación y organismo que regule e integre a la política nacional
la bioseguridad y que cuente con una amplia credibilidad e independencia que
garantice la rectoría del Estado en un tema de relevancia pública; que pueda
tomar decisiones para evitar los posibles efectos adversos a la diversidad
biológica, considerando a la salud humana; asimismo, que cuente con respaldo
social y de la comunidad científica, ya que es de señalarse que únicamente
existe la comisión intersecretarial de bioseguridad y organismos genéticamente
modificados, regulada por la Ley General del Equilibrio Ecológico y la Protección
al Ambiente de 1988, Ley Federal de Sanidad Vegetal de 1994, NOM-056-FITO-1995,
NOM-037-FITO-1995, Ley Federal de Sanidad Animal de 1993, Ley Federal de
Variedades Vegetales de 1961 y Ley General de Salud de 1984; sin embargo, ello
no es suficiente, porque dichas normas no están actualizadas respecto de todo
lo aquí expuesto ni incluyen las nuevas biotecnologías ni un marco de
bioprotección de la vida humana, animal y vegetal.
Conclusión
Actualmente existe una
gran problemática a nivel internacional en relación con todo lo que tenga que
ver con el material genético, por lo que se debe analizar la legislación
mexicana relacionada con la investigación científica y tecnológica en la
materia, así como reflexionar sobre la conveniencia de incorporar nuevas figuras
al sistema jurídico mexicano, desde la propia Constitución Federal, para contar
con un ámbito más formal y especializado, pues no podemos ignorar que si en el
ámbito jurídico la dignidad es el derecho inderogable por excelencia, a su vez
la bioética es un principio fundamental del respeto a la dignidad humana,
contenido en la Declaración Universal de los Derechos Humanos; por tanto, en
aras de continuar dignificando la vida humana, en México se debe regular el uso
y experimentación de material genético antes de que el problema nos absorba y
no se pueda controlar, lo que ocasionaría, como en otros países, el uso de
dicho material para realizar investigaciones desmedidas y, posiblemente, un
resultado peligroso, la creación de organismos humano-animal genéticamente
modificados, o peor aún, que los desechos genéticos sean vertidos a lagos,
ríos, mares o basureros clandestinos que provoquen mutaciones tanto en la
población humana como en la animal y también en la flora de nuestro ecosistema.