Martha Clotilde Ruiz
Morales
@cotyruizm
De acuerdo a la OMS el maltrato infantil
se define como los abusos y desatenciones que reciben los menores de 18 años,
incluyendo maltrato físico, psicológico o sexual que dañen su salud, desarrollo
o dignidad o bien que pongan en riesgo su supervivencia.
El abuso infantil ha sido un conflicto
que ha persistido desde los pueblos y civilizaciones de la antigüedad donde
utilizaban a los niños para realizar sacrificios y rituales. Sin embargo, según
este texto, no hace tanto tiempo que la sociedad obtuvo control sobre el abuso
en los menores de edad.
En los Estados Unidos se creó una
organización la cual, se dedicó ayudar a niños desamparados y la misma fue
conocida como “Child Welfare Movement”(Movimiento Bienestar de la Infancia).
Además surgieron otras organizaciones contra el maltrato infantil tal como la
Sociedad Neoyorquina para la Reforma de los Delincuentes Juveniles en 1825,
cuyo propósitos fue ayudar a niños maltratados y abandonados por sus padres o
familiares. Años más tarde se fundó en el estado de Nueva York la “Society for
Prevention of Cruelty of Children” la cual, surgió como fuente de inspiración
para desarrollar otras organizaciones contra el abuso infantil en los Estados
Unidos y Europa. Aunque, según el texto, en 1874 fue la primera vez que se ganó
un caso referido al abuso o maltrato de infantil cuando una menor de nueve años
nativa del estado de Nueva York fue sometida a abuso físico. Una trabajadora de
caridad ayudó a la criatura y la misma acudió a la Sociedad Americana para la
Prevención de crueldad de los animales donde la trabajadora, encargada del caso
de la menor expresó lo siguiente: “la menor merecía tanta protección como a un
perro común” y con estos testimonios pudieron ganar el caso.
La atención jurídica y médica de los
menores maltratados empezó a desarrollarse en la segunda mitad del siglo XIX.
De manera individual, el médico francés A. Tardieu publicó en 1860 la primera
monografía sobre el tema y el también médico estadounidense Silverman demostró
con estudios radiológicos las consecuencias no visibles de los maltratos.
El primer proceso judicial que defendió
a un menor (una niña) por los malos tratos recibidos por adultos (en su caso,
su propia madre), tuvo lugar en 1874 en Estados Unidos. La acusación fue
realizada por la Sociedad Protectora de Animales, por cuanto no existía ley
alguna que amparase a los menores, aunque sí a los animales en general.
Estas labores pioneras dieron como
resultado que antes de que acabase el siglo se creasen dos sociedades pro
derechos de los niños: The Society for the Preventión of Cruelty to Children,
en Nueva York, y The National Society for the Prevention of Cruelty to
Children, en Londres.
La atención a los derechos de los
menores es característica de la segunda mitad del siglo 20, que es cuando se
les reconoce como sujetos de derechos. En 1959, la Asamblea General de las
Naciones Unidas aprobó la Declaración de los Derechos del Niño; y, más tarde,
en 1989, esa misma Asamblea adoptó la Convención sobre los Derechos del Niño.
Paralelamente a este interés en el
estatus legal, se fue desarrollando la correspondiente atención a la
comprensión y prevención del fenómeno.
En 1962 se publicó en Estados Unidos un
trabajo científico titulado «Síndrome del niño apaleado» que incentivó de
manera definitiva la atención a las víctimas de los malos tratos infantiles,
incluyendo con ellos la reformulación de las medidas legislativas y la
sensibilización de la opinión pública respecto del problema. En los países
europeos más desarrollados, se produjo un fenómenos similar en los años
siguientes.
Habiéndose registrado una alta
incidencia de querellas de maltrato de niños y un esfuerzo único por este mal
fue aprobada en varios estados de Estados Unidos la Ley Número 75 el 28 de mayo
de 1980, en la cual se establecía que un menor era víctima de "maltrato o
negligencia" cuando sufría daño o perjuicio, o se encontraba en riesgo de
sufrir daño o perjuicio en su salud física, mental emocional, o en su
bienestar, por las acciones y omisiones no accidentales de sus padres o de
otras personas o instituciones responsables de su cuidado. En esta ley se
estableció la política pública de protección a menores.
La atención de los expertos ha ido desde
la casi concentración en los malos tratos de tipo físico a la apertura hacia,
por un lado, la comprensión de los conceptos de negligencia y de maltrato
emocional, y, por otro, el problema de los abusos sexuales. También, ha habido
cambios en lo que se refiere a la percepción de los maltratadores (en
principio, identificados con personas con problemas psíquicos y/o pertenecientes
a contextos socio-económicos muy atrasados; después, asumiendo el perfil
variopinto del maltratador infantil) y en la forma de abordar los problemas (en
principio, la separación del maltratado de su entorno; después, el intento de
rehabilitar ese entorno).
Otro tipo de maltrato infantil, muy poco
conocido es el llamado Síndrome de Münchausen por poderes, consiste en inventar
una enfermedad en el niño o producirla por la administración de sustancias y
medicamentos no prescritos. Generalmente se trata de un niño en la edad de
lactante-preescolar (edad media de 3 años). Los signos y síntomas aparecen
solamente en presencia de la madre (habitualmente el perpetrador del abuso),
son de causa inexplicable y los exámenes complementarios no aclaran el
diagnóstico. Este síndrome presenta una mortalidad entre 10-20%, y su impacto a
largo plazo puede dar lugar a desórdenes psicológicos, emocionales y
conductuales.